Si seguimos siendo presa del temor a la eternidad, al cielo o al juicio de Dios, debemos acordarnos del amor de Dios. Sabemos que nos ama perfectamente (Romanos 8:38-39). Podemos resolver nuestros temores concentrándonos en su amor inmesurablemente por nosotros, luego permitiéndole amar a otros por medio de nosotros. Su amor calmará nuestros temores y nos dará confianza.
Que Dios te bendiga, nos vemos mañana con el siguiente versículo!
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