Solo en Dios el hombre puede descansar y confiar tranquilamente. Es la certeza de que él nos librará de toda acechanza del maligno (lazo del cazador), de toda peste destructora (enfermedad), de todo terror nocturno (influencia del enemigo), de todo ataque (saeta que vuele de día), de toda pestilencia y acecho de muerte.
Si esperamos en él y nos entregamos a su fiel cuidado, él en su fidelidad cumplirá sus promesas de cobijarnos y defendernos como una gallina a sus polluelos. Su promesa es una fuerte defensa. Dios está dispuesto a proteger a su pueblo como una gallina a sus polluelos (Salmo 91:4). Y Dios tiene el poder para tal propósito, como un guerrero bien armado. La promesa es que nuestros enemigos caerán derrotados a nuestros pies, y que sus acciones de maldad no llegarán a nuestra vida (Salmo 91:7).
Que Dios te bendiga!
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