El otorgar y el pedir perdón es un acto que debe ser motivado directamente por Dios en nuestro corazón, lo que no es así es del diablo y motivo de pecado.
Aquel que no pide perdón sin la conciencia de la ofensa a Dios y al hermano peca, por no amar a Dios primeramente y no amar a su prójimo como a sí mismo, de ahí que no puede estar bien en su vida cristiana.
Aquel que no perdona de acuerdo al carácter de Dios y no se compromete con la vida del ofensor, no está siguiendo el ejemplo de Cristo y no está teniendo el sentir que tuvo Cristo Jesús. Fil 2:4-7 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de otros. Haya pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres.
Yo no soy importante, tú eres importante para mí. Me interesa tu vida.
Cuando practiquemos esto en la Iglesia experimentaremos que el amor en realidad cubre multitud de pecados.
Cuando practiquemos esto en la Iglesia experimentaremos que el amor en realidad cubre multitud de pecados.
Que Dios te bendiga, acompáñame mañana con el siguiente versículo!
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