Todo el evangelio se centra en este versículo!. El amor de Dios no es estático ni egoísta, sino que se extiende y atrae a otros a sí. Dios establece aquí el verdadero molde del amor, la base de toda relación de amor. Si uno ama a alguien profundamente, está dispuesto a darle amor a cualquier precio. Jesús pagó con la vida, el más alto precio que se puede pagar. Jesús aceptó nuestro castigo, pagó el precio de nuestros pecados, y luego nos ofreció una nueva vida que nos compró con su muerte. Cuando predicamos el evangelio a otros, nuestro amor debe ser como el suyo, y estar dispuestos a renunciar a nuestra comodidad y seguridad para que otros reciban el amor de Dios como nosotros.
El verdadero amor es un acto, no un sentimiento!
Produce dedicación abnegada y desprendida. El mayor acto de amor que cualquier pueda hacer es entregarse por los demás. ¿Comó podemos entregar nuestra vida? Al servir a los demás sin pensar en recibir nada a cambio. Algunas veces es más fácil decir que estamos dispuestos a morir por otros que realmente vivir por ellos, lo que implica poner en primer lugar los deseos de otros. Jesús enseñó este mismo principio de amor en San Juan 15:13.
Que Dios te bendiga, nos vemos mañana con el siguiente versículo!.
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