Cristo ha hecho que vayamos directamente a Dios en busca de perdón; pero el confesar nuestros pecados unos a otros todavía tiene un lugar importante en la vida de la iglesia.
Si hemos pecado en contra de alguna persona, debemos pedirle que nos perdone.
Si nuestro pecado ha afectado a la iglesia, debemos confesarlo públicamente.
Si necesitamos apoyo afectivo en nuestra lucha contra el pecado, debemos confesarlo a quienes pueden darnos ese apoyo.
Si después de haber confesado un pecado a Dios, todavía no sentimos su perdón, podriamos confesar el pecado a otro creyente y oír de su parte palabras que confirmen que hemos sido perdonados por Dios.
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