A veces, Dios debe castigarnos para ayudarnos. Esto es similar al padre amoroso que disciplina a su hijo. El castigo no es muy agradable para el niño, pero es esencial para enseñarle la diferencia entre el bien y el mal. La Biblia dice que <ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados> (Hebreos 12:11). Cuando sienta la mano de corrección de Dios, acéptela como una prueba de su amor. Tome conciencia de que Dios lo impulsa a seguir sus sendas a pesar de su obstinación por andar en sus propios caminos.
Que Dios te bendiga y nos vemos mañana con el siguiente versículo!.
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